lunes, 26 de diciembre de 2011

Resistencia-transferencia ¿en quien? Diana Monserrat Carbajal Suárez

-ENSAYO FINAL DIPLOMADO EN PSICOTERAPIA PSICOANALÍTICA CON NIÑOS Y ADOLESCENTES-


Hablar o escribir de infancia, adolescencia, del enfermo o del loco; ¿Por qué mejor, no escribir de las dificultades o resistencias de los analistas? Porque al final es más fácil decir, escribir y averiguar qué pasa con los demás, qué pasa con todo el mundo.

Quisiera iniciar enunciando: ¡Cuánta dificultad encontré antes de poder escribir apenas un esbozo acerca de las resistencias/dificultades del analista o psicoanalista, que se dedica en el día a día a tratar con niños, adolescentes y adultos!; qué difícil escribir acerca de las limitaciones que encontramos, pues ¿Cómo?, ¿No se supone que somos, nosotros a los que acuden para saber los que pasa con los niños y adolescentes?, ¿No se supone que somos nosotros los que tenemos todo el conocimiento con respecto a la psique? ¿No se supone que somos nosotros quienes, resolveremos, evitaremos, curaremos, enseñaremos y guiaremos?.

Y me parece, que es precisamente por la dificultad que tenemos de aceptar nosotros mismos como analistas, terapeutas, psicólogos o el nombre con el que más nos guste ostentarnos, que no somos el saber total, absoluto y final. Que no somos el terapeuta con poderes e interminables conocimientos teóricos que rescata del hoyo a un paciente, sino que es un conjunto de situaciones; es el lugar con el que nos colocamos frente a cada paciente, “El del sujeto supuesto saber” ó del “Saber” del “Amado” o del “Amante”, dispuesto o no a escuchar, dispuesto o no a cuestionarse así mismo sobre lo que hace sentado frente a cada paciente, dispuesto o no responder a las demandas de los demás e incluso a las suyas.

Por tal motivo, es preciso ubicarnos primero que nadie, que nosotros no resolveremos, no curaremos, no evitaremos, no rescataremos y que será la decisión de cada paciente a través de sus palabras o de las nuestras, tomar o ignorar lo que se hace dentro del espacio terapéutico. Que si bien somos el analista de alguien, es porque precisamente ese otro ha decido que seamos su analista o bien porque otra persona ha decidió por él que lo seamos.

Si en algún momento es preciso colocarnos en el lugar del “Saber” y no del “Sujeto supuesto Saber” será para poder dar cierta certidumbre y sostén, pero con la firme intención de devolver ese saber al sujeto, y pueda tomar la riendas de su vida.

Es necesario girar un poco el discurso y replantearnos antes de valernos de justificaciones teóricas y llenar al paciente de resistencias, si es en nosotros terapeutas que debemos buscar los obstáculos.

Parece ser que olvidamos, que también al igual que a los pacientes, en nosotros existe ese fenómeno, que miramos, tan extraño y distante, en los terapeutas: “la transferencia”. Que despierta y hace surgir ante determinado paciente o frente ciertas circunstancias sentimientos de odio y amor, por los cuales, muchas de las veces dejamos de hacer o bien decidimos hacer.

Pero, ¿cual es la razón, por la que minimizamos la transferencia? Porque: “no la advertimos, ni necesitamos ocuparnos de ella mientras su acción es favorable al análisis, pero en cuanto se transforma en resistencia nos vemos obligados a dedicarle todo nuestra atención” (Freud, 1917), volcándonos en el otro, atribuyéndole cualquier avance o retraso, pues es más conveniente asumir como concepto teórico y dogma, la siguiente cita, en la cual según Greenson (1999, citado en González, 2002): “…resistencia consiste en: todas las fuerzas que dentro del paciente se oponen a los procedimientos y procesos de análisis, es decir, que estorban la libre asociación del paciente, obstaculizan los intelectos del paciente de recordar y de lograr asimilar el insight, que operan contra el Yo razonable del paciente y su deseo de cambiar.”, que voltear y mirar en uno mismo, de tal forma que pudiéramos comprender, atender y entonces sí, ponerla al servicio de la cura, puesto que no hay interpretación sino es por medio de la transferencia.

¿Acaso no está, “…bastante demostrado por Lacan que el fenómeno violento del amor de transferencia, con el que Freud se encontraba a cada paso, lo generaba él.”? (Pablo Peusner, 2006). Es decir, que “el analista no debe estar ubicado en el análisis en la posición del amado sino en la del amante” y que si bien detectamos resistencias antes que nada, habría que supervisar el caso “porque es la posición del analista la que genera el fenómeno” (Pablo Peusner, 2006).

Es preciso entonces, poder dar lectura a lo que nos pasa como terapeutas, para ser éticos, coherentes y consecuentes con nuestro quehacer diario; es preciso, dejar en claro que “la transferencia no en está ni en el analista ni en el paciente, sino que la transferencia está entre ambos”. (Pablo Peusner, 2006)



Sigmund, F. (1905/1917) “La Transferencia: Obras Completas
Tomo II”. España: Biblioteca Nueva.

Peusner, P. (2006) “Fundamentos de la Clínica Psicoanalítica Lacaniana con
Niños. De la interpretación a la transferencia. Buenos Aires: Letra Viva

González, J; Rodríguez, P.(2002) “Teoría y Técnica de la Psicoterapia
Psicoanalítica”. México: Plaza y Valdés.

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