viernes, 8 de julio de 2011

ESTRUCTURA, LEY Y VIOLENCIA por Marco Antonio Loyda Alemán

Pensar en estructuras implica pensar en un sistema de diferenciación en el sentido (dirección) de discriminar un elemento de otro, implica ceñirse a leyes de clasificación taxonómica. Diferenciar es comparar, es jugar con los significantes, es distinguir un significante para dar sentido a otro significante. La diferencia es un hueco al que Derrida da el nombre de huella. De no existir una comparación entre significantes no habría sentido, se hablaría entonces de una riesgosa soberanía del signo, de una total libertad de los significantes. Para Derrida, la huella, también metaforizada como surco, es productora de sentido aqunque carece de él. El sentido convoca y reúne.
Por otro lado, la diferencia tiene que ver con el sentido de utilidad, sentido que determina el qué y el para qué de algo, si sirve o no. administración de la utilidad.
Clasificar y discriminar cobra relevancia en la época de la Ilustración, donde se realiza un trabajo itinerante de la ciencia por organizar y clasificar los saberes; el saber de y sobre la escritura (también en los cuerpos), el control sobre ella.
Así significante, signo, sentido, diferencia, falta, convocatoria y utilidad se anudan de manera caprichosa en una arquitectura llamada estructura.
En términos de psicopatología, de estructuras o campos subjetivos, la diferencia podría pensarse, también como un diferir o una transmisión en espacio -tiempo, es enmarcar para dar un rostro y delimitar un territoriolleno de un sinsentido, de la sin razón, locura.
Diferenciar pues, tiene que ver con una pérdida del sentido. Esto son las estructuras subjetivas, un terreno del sinsentido, desviación de la subjetividad para todo sujeto, por todo lo humano. Eric Berenger radicaliza una solución al problema del sinsentido humano con la idea de maximizar la lógica de que las estructuras son construcciones de una realidad que las trasciende. Van más allá de su veracidad o no, obedecen a una lógica del error de forma peculiar y estructurada de modo que su falsead se incluye en un real de otro orden.
para Jôel Dor, las estructuras son modelos de abstracción con generalidades y especificaciones entre los elementos que la componen, constituidas por encima de una nosografía y una semiología de la psicopatología; van más allá de cuestiones diferenciales considerando la metapsicología freudiana. Aún así hay tres registros en movimiento que las organizan y clasificanen tanto su circulación por la estructura del Edipo.
Hay algo en el diferir que en ocasiones produce un sesgo hacia la sin razón, hay un fallo en la transmisión de lo otro que determina al sujeto en tanto la alateridad que da consistencia al mismo.
Es la ciencia quien intenta dar respuesta a lo producido por la sin razón e incluso a la razón misma, bordeando el límite mientras produce palabras y discursos de saberes y verdades; su clasificar crea espacios de excepción en la producción de subjetividades, delimita lo normal de lo anormal reivindicando también de esta manera el poder del saber. se establece una diferenciación -ya no de la patología, sino subjetiva- se crea un mito, una re-fundación de la idea de sujeto y se recrea el concepto de hombre humano.
El psicoanálisis nace, se hace como propuesta diferente con una apuesta a investigar al sujeto de otra forma, hace su mito del sujeto, denuncia el revés social del mismo y crea tensiones entre los saberes.
Freud plantea una pugna y tensión entre pulsiones, mismas que tienen relación con el mito, pulsión de origen donde puede localizar un fallo en la transmisión y su control. en Lacan se puede pensar el origen del sujeto en la idea de deseo; en ambos, es el inevitable acceso a la sexualidad y a la pérdida lo que marca un malestar y, donde se puede originar la diferencia, un-fallo-en-la-ley, en la fuerza de ley, ley paterna. Es la ley freudiana y en la metáfora lacaniana, donde el deseo y las pulsiones determinan el estado de excepción, la falta, la frustración, la privación y la castración, vías que decretan la estructura del sujeto. Es en las formas de la falta y la excepción conficguradas en las formulas de la castración de donde emerge la premisa de la violencia como centro de lo social, es donde se da un apego violentoa eso que falta y que no debía haber nunca faltado.
A fin de cuentas habrá que considerar que en el centro de la violencia hay un conflicto con la ley, donde la violencia no siempre es operativa sino estructurante o en dicotomía desestructurante. Es incuestionable la premisa de que hay leyes que no se aplican, al igual que no hay ley sin aplicabilidad y ésta última no existiría sin la fuerza, cualquiera que sea su forma.
Hay en las estructuras algo del orden de la ley,su aplicación es inherente a todo sujeto cualquiera que sea su estado o determinación en lo humano, en lo colectivo o en lo individual, en lo sano o insano que se inscribe en la manera de nombrar y representar.
¿Será posible encontrar en el tras-patio de las estructuras clínicas una declinación de la legalidad paterna; se podrán explicar desde ese espaciopor impacto en la filiación, o en un error en la transmisión que afectó el campo de lo simbólico, o sirve sólo para pensar en nuevos paradigmas de estructuras, será sólo el confort mortífero de justificar un común malestar subjetivo inherente a todo sujeto?
Hay en la ley y su fallo, una forma de pensar en estructuras subjetivas, pero también una posibilidad de pensar el sentido de la violencia en tanto el sentido se entienda como dirección y no sólo como manifestación lógica de un malestar. Al márgen del sentido y de la razón, la locura como excepción opera desde y en la violencia, como pago a una rivalidad sin reconciliación (deuda) y ala expiación de la culpa en su rostro actoral impactando al espectador sin recurrir a un solo movimiento, no o necesita, basta con la mirada.
La neurosis, la psicosis y la perversión pueden especularse como producto de una ley fallida, como constructos violentados antes de ser estructuras, o como estructuras violentas por su relación con lo simbólico, también fallido. Arriesgando en afirmaciones, son de origen violento, mito de y por la violencia, a consecuencia de ello su destino queda marcado, el oráculo lanza su palabra condenatoria que atenta contra todo aquello erigido en la razón, en la ciencia y la verdad de los saberes.
¿Qué nos permitiría si el pensar las estructuras y la Ley en la reintegración del acto al sujeto buscásemos una apuesta por la menor de las violencias en el sin sentido no sólo de la locura? Tan sólo preguntas sobrevienen, y una de ellas apunta hacia el cómo y no retóricamente al quién ¿cómo y bajo que autorización para ello? La afectación directa no basta mientras el aval que autoriza no de-venga del otro en acto amoroso.

REFERENCIAS:
Jacques Derrida. De la gramatología, Siglo XXI, México 1998
Capiton. Seminarios Clínicos. ¿Cómo se construye un caso? Eric Berenger. Centro de investigaciones y Docencia en Psicoanalisis "Las Mercedes" Caracas. Venezuela.
Jöel Dor. Estructura y Perversiones. Gedisa. Barcelona. 2006
Jaques Derrida. Fuerza de ley. Técnos, Madrid 1997